Me encontré con este hombre en Reykjavik.
Le pregunté si volvía a casa o iba a trabajar.
Pero no entendí lo que me dijo, parecía aturdido.
Demasiado Facebook, quizá.
O demasiado invierno.
El buen arte no es tanto aquel que nos hace sonreir, eso sería el buen entretenimiento, como aquel que se contagia. El arte bueno es el que te toca, que te cambia una conexión neuronal o dos, que se queda contigo.
Este hombre, su maleta y su pedrada en la cabeza se vinieron conmigo desde Islandia, y ya hace unos meses de aquello.
Las azafatas se extrañaron un poco pero no protestaron porque había sitio libre en el avión.
De vez en cuando le vuelvo a preguntar si vuelve a casa o está yendo a trabajar.
Pero no alcanzo a entender la respuesta.
Voy a tener que aprender un poco de islandés.
¡Me encanta! Gracias Oscar por traernos estos apuntes transversales que conectan puntos que sin tu pluma se habrían quedado solitarios y sin sentido. Lo que cuentas con esta imagen y estas palabras es al mismo tiempo esencial e intangible. Pero tú lo ves y más importante aún, consigues plasmarlo para que los demás lo reconozcamos… o lo recordemos. ¡`Gracias por cambiarme algunas neuronas! Un abrazo