Pasarán los años y yo seguiré siendo baldosa de esta cocina. No puedo asegurarlo al 100 por 100, pero casi. Y tú habrás llorado y se te habrán quemado más de una y más de dos paellas. Pasarán los años. Yo tendré más o menos roña, eso depende de ti. No es que me importe. Pasarán los años y te habrán abandonado mujeres insustituibles, amigos para siempre se habrán caído de la agenda, habrás ganado y perdido, tropezado y levantado… habrás pasado varias veces por la casilla de salida cobrando las 2000 pesetas.
Las estadísticas están de mi lado: duran más los pavimentos que los matrimonios. Sobre todo si son de gres (los pavimentos). Más que las lavadoras. Más que las bicicletas, mucho más que los coches. Menos que los hijos. Menos que las hipotecas.
Tú serás otras cosas. Puede incluso que no estés y que sean otros los ojos que me miran y otra la fregona que me limpia (ya está bien, podías cambiarla de vez en cuando). Yo en cambio seguiré siendo baldosa de esta cocina. Lo digo orgullosa, sí. Así que no me mires con cara de lelo y quítame el hueso de aceituna de encima ¡ahora mismo!
Te lo ordeno.