Unas sábanas doradas, un cementerio de moscas, junto a la ventana. Esa a la que se asoman las estrellas, curiosas, celosas de lo que ocurre en esta habitación.
El cielo es negro, como Dios (que no existe) manda. Refresca dentro cuando hace frío fuera, así debe ser. Se notan el viento y la lluvia, y las flores, más allá a lo lejos, muy a lo lejos: el bien y el mal.
Sale el sol y me despierta, con un codazo, cada mañana. Cuando atardece el sueño viene a buscarme y me invita a acompañarle en su paseo. Esta cadencia simple, implacable, incuestionable, me exime de la angustia de salvar el mundo, mi mundo, todos los mundos. Descanso.
Aunque yo me encuentro muy a gusto, no estoy seguro de que esta casa con pocos muebles fuera de tu agrado.
¿Uno, algunos o muchos? ¿Dónde viven? ¿Qué idioma hablan?¿Tienes contacto con alguno?
Dios si existe