Música regalada, música robada

viniloHubo un tiempo, no hace mucho, allá por los 70, en que las personas humanas teníamos acceso a la música a través de unas pocas emisoras de radio y unos cuantos discos.

Para hacer sonar una canción determinada tenías que sacar el vinilo de su funda de plástico que iba dentro de la funda de cartón, colocarlo en el plato, poner con cuidado la aguja encima, escuchar unos segundos de huevos fritos… y empezaba todo.

Aproximadamente treinta minutos después se acababa esa cara y tenías que darle la vuelta. A través de este ritual la música te estaba preguntando ¿de verdad quieres escucharme? El goce era grande. Conocíamos las portadas, los nombres de los músicos que participaban en la grabación, si era una pieza clásica sabíamos qué orquesta y qué director eran los responsables. Un tocadiscos era un objeto preciado, y los discos también lo eran. Además eran caros y frágiles, había que limpiarlos de vez en cuando con una gamuza especial.

cassettesLuego llegó la cassette, se hizo la cosa más barata. No sonaba igual, pero permitía grabar, aquello fue la revolución. A los que nos tocó cassette en la adolescencia nos entregamos a hacer recopilaciones para la chica que nos gustaba, la excursión de fin de curso… Había en la radio programas donde aceptaban peticiones y era frecuente que el que escribía, ¡¡¡sí, en papel!!! el que escribía a la emisora solicitase al locutor: Por favor, no hables encima de la canción, que la quiero grabar. La cassette era la hermana pobre del vinilo, sonaba peor, pero era más portátil, y daba menos pena si se te perdía o se te estropeaba. Sony inventó el walkman, un reproductor portátil, a pilas (no existían las recargables) y usábamos los bolígrafos BIC para rebobinarlas con el fin de ahorrar en el consumo. Todos estábamos dispuestos a dar vueltas con entusiasmo unos minutos para alargar el tiempo de escucha. Tú me entiendes, porque lo has vivido, pero cuando se lo cuento a mi hija me mira con cara de papá, eres un troglodita.

Luego llegó el CD, avasallador, preciso, plateado, pluscuamperfecto… en vez de tener un nombre como Dios manda tenía unas siglas, y empezó a joderse todo. Parecía que el CD era la luz, pero en realidad significaba el comienzo de las tinieblas.

Y las tinieblas eran que la tecnología decidió que como a los humanos nos gustaba mucho la música lo mejor sería que la tuviésemos siempre disponible, no unas cuantas obras, sino todo el repertorio mundial. ¿Le gusta a usted la música? Pues aquí tiene 50.000 canciones casi gratis, o gratis si nos compra un teléfono.

Estoy seguro de que si el sexo fuera tan accesible como la música hace mucho que seríamos frígidos todos.

En la música estamos frígidos ya. La tecnología nos ha regalado toda la música posible y nos ha robado el placer de degustarla. Cuánto hace que no te sientas delante de los altavoces simplemente a escuchar. La música ha dejado de ser el filete y ha quedado nada más que como guarnición.

Pero eso es así para la música grabada. La música en directo es otra cosa. La gente espera horas en una cola, o se guarda una fecha con meses de antelación. Se endominga con su camiseta negra heavy si va al heavy, su americana si va a la clásica… La moda de los festivales nos permite vibrar en clave de Woodstock pero con menos barro (y menos magreo), más civilizado. Supongo que la música guarda desde el tiempo de las cavernas la cualidad de ser esencial en los ritos vitales: ahuyentar los malos espíritus, convocar al amor, provocar las lluvias, las distintas lluvias, y aplacar las sombras. En eso el MP3 es comletamente inútil, la grey cantando al unísono en un estadio sí que funciona.

Sí, nos regalan la música, pero antes la han desinfectado, le han quitado el alma. Así que en realidad se ha quedado en hilo musical. Lo que llevamos en el smartphone sirve para la sala de espera del dentista, para ir a correr, pero para poco más. Y se me ocurre que está feo que nos hayan robado la música mediante el sofisticado método de regalárnosla.

Yo llegué tarde a los Beatles, nací cuando John y Paul se estaban divorciando. Pero uno de los primeros LP que me compré con mi dinerito fue Pipes of Peace de Paul McCartney, el Beatle majete. Hoy me encuentro con este vídeo y me quito el sombrero. Me viene bien para rematar la reflexión de 50 céntimos sobre la música regalada, música robada.

Por los viejos tiempos, por los primeros días.

Paul McCartney «Early Days» from VINCENT HAYCOCK on Vimeo.

 

1 comentario sobre “Música regalada, música robada

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