Besar, del latín basiare

piedras besándose

—Si yo fuera , me besaría.

—Siempre te han puesto sensible los atardeceres.

¿Cuál es el número mínimo de notas que hay que cantar para que se considere canción?

Decía Mozart que la música no estaba en las notas sino en los silencios que había entre ellas. Pues se diría que se pasó la vida dejando muy poco espacio a la música ¡venga a poner notas y más notas!

¿En la foto quién es el hombre, el de la derecha o el de la izquierda? Hazte mirar tu sexismo, está claro que las dos son mujeres. Una de ellas más bajita.

Hay días que me levanto pluscuamimperfecto, no atino ni con los calcetines, y tengo que buscar refugio en el bosque. Los árboles, ellos sí que saben escuchar.  

Sin juzgar.

Los árboles son una madre.

Y las piedras, como su propio nombre indica, las piedras son padres.

Pronto se impondrá la ropa inteligente, que analizará las secreciones de nuestra piel para ver cómo andamos de sales, de hormonas, de azúcar… Y será tan inteligente que si tienes el buen rollo en los humores te dejará salir de casa y si no, no. El propio chaleco se hará camisa de fuerza y te atará las manos a la espalda. ¡¡Mantente alejado de la nevera!! Toda la ropa será de un gris parecido en la tienda, y al ponérnosla reaccionará a nuestro estado de ánimo, según el día, llenándose de flores cual camisa hawaiana o haciéndose negra sotana. Cuidado con las corbatas, un hacker podría convertirlas en sogas capaces de asfixiar. Es lo que tiene el internet de las cosas: nadie puede asegurarte que no te ataque tu propia batidora. Imagínate un cuello duro.

—No te preocupes, mi amor, el internet de las cosas a nosotros no nos afectará —le dice la piedra de la izquierda a la de la derecha.

—Vale, pero arrímate un poco más que me tienes con la miel en los labios.

 

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