Una noche de verano sin sueño

Vuelvo del centro.

Es una noche tórrida.

Madrid duerme o se ha ido de vacaciones, no voy a ponerme a tocar los timbres para averiguarlo.

Riego los claveles chinos de color naranja con la devoción de un monje zen, gordito.

Lo hago completamente desnudo, no tanto por exhibicionismo como por instinto de supervivencia.

Los claveles chinos de color naranja responden al agua que yo les echo estirándose y poniendo sus hojas más verdes y más tersas. Es como si se llenaran de vida al contacto con el agua fresca.

Mis conocimientos de botánica no son muy estensos pero por un momento pienso que no es descabellado pensar que yo pueda comportarme orgánicamente como un clavel chino de color naranja. Más o menos.

Me pongo la manguera encima de la cabeza.

Se me escapa un gritito.

Y en seguida florezco.

A mi manera, claro.

7 comentarios sobre “Una noche de verano sin sueño

  1. «monje zen, gordito florecido» se me olvidó felicitarte.
    Muchas Felicidades,
    ¿ Son claveles chinos de la China?
    Naranjas, bu?

    Nombre de baile de verano
    agazoqp

  2. Te miro, yo creía que para florecer había que hacer el amor, no la fotosíntesis…

  3. Muchas veces con unas gotitas es suficiente para florecer y sentirse bien.

    Otras veces necesitamos polinizar.
    (o ser polinizados)

    Hacer la fotosíntesis….

    Incluso nos marchitamos.

    Pero lo más importante es no echar raíces.

  4. Quizá para florecer necesitemos algo más que unas frescas gotitas de agua. Matices.

    Pero mucho me temo que nuestro mecanismo es un poco menos simple que el de un clavel chino… aunque sea naranja.

    Gracias por no disparar.

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