Hace mucho calor a mediodía en Madrid, me refugio en FNAC.
Me pone triste cómo se ha reducido el tamaño de la parte dedicada a discos. Ofertas que huelen a liquidación por derribo.
Me pone patidifuso cómo ha aumentado la parte dedicada a merchandising de la música. Cada vez se venden menos discos y cada vez más camisetas. La camiseta como formato musical va a tumbar al vinilo y al cedé juntos.
Demasiadas cafeteras, gadgets (definición de gadget: artículo asombrosamente imprescindible que no servirá para nada así pase un tiempo asombrosamente corto) y aspiradores para un establecimiento que se jactaba de «cultural». Yo canté aquí, hace un tiempo, para promocionar El Tonto que Te Mira, ya ha llovido.
Habrá llovido mucho pero el paisaje es desolador, desértico, pocas secciones florecen. Los vidoejuegos y las cajas de «experiencias» han proliferado, son buenos tiempos para ellos.
Brujuleando entre los estantes de libros, me consta que hay librerías más acogedoras y mejor surtidas en Madrid,, encuentro una alegría: los estantes de poesía están en flor, no huelen a los mohos de las antologías. Hay ediciones nuevas y diversas, de tapa dura y de bolsillo, con diseños interesantes, de autores jóvenes… por Dios, por Dios que no sea una moda.
Y entre ellos la más joven de todos, Gloria Fuertes que al cumplir 100 años ha saltado de los estantes de infantil a los de mayores: ironías de la vida.
Va a resultar que las exequias por la música grabada son buenos tiempos para la lírica. Ay, si Golpes Bajos levantara la cabeza.