Me contó que, si ella quería, podía esconderse detrás de una pajita.
Me contó que nunca dejaba escapar un buen momento.
–La vida pasa tan deprisa que tienes que elegir, o te dedicas a analizarla o a vivirla.
–Bueno, yo es que madrugo mucho, a mí me da tiempo a las dos cosas.
Me contó que había pasado algunos años jugando una extraña partida de ajedrez.
La vida misma es una extrañísima partida de ajedrez…y todos jugamos.
Me gusta poner en jaque, pero mas disfruto un enroque…y si es de manos, mejor.
A ti no?
DCleger.
claro con esas manos… y con ese reló.