La incertidumbre y yo nos llevamos bien.
Nos respetamos, nunca nos hacemos daño.
Yo no intento aniquilarla y ella no me vuelve loco.
Pero hay dias que se pone a girar en torno a mi,
como un remolino.
Hay dias en que hasta dormido me da empujones y collejas.
Y me levanto despistado,
descolocado,
descolorido…
y miro al cielo de Madrid buscando compasión,
pidiendo una microscopica certeza.