En una de las paredes del acantilado que da a la playa de la Mexota, con los pies metidos en la arena y la emoción erizándome los pelos, encuentro este mapa. Las cartografías que te salen en el móvil te pueden llevar a la casa de un amigo o a una gasolinera, pero una cartografía tallada en las paredes desnudas de una playa, con cientos de años de antiguedad, sólo puede ser un mapa del tesoro. O es que a alguien le puede caber en la cabeza que un pastor asturiano bajara hasta aquí, a dibujar un mapa de la zona con sus prados y sus vacas: descartado.
En un 50% mi curiosidad, y en otro 50% mi codicia me tienen un buen rato intentando descifrarlo. Mis limitados conocimientos de matemáticas me dicen que es más probable que yo encuentre un tesoro entendiendo este mapa que a ti te toque el gordo de Navidad aunque juegues todos los años de tu vida. Así que deja de reirte y guárdate la sorna, iluso irracional.
Lo malo es que un par de siglos de olas han borrado los nombres, han borrado la estrella que indica el norte y el sur, la escala, la leyenda… claro que hay que ser un pirata atolondrado para escribir todo eso en un mapa del tesoro público como este… un mapa open source.
¡¡Eureka, ya lo tengo!! Eso es, es un mapa del tesoro «open source«, esperando a que cada persona que lo mire por un lado lo disfrute y por otro, si es menester, haga aportaciones. Los piratas son la leche.
En ese momento los trazos cobran sentido, los cruces de caminos tienen un porqué, se desvelan las razones de los distintos colores y grosores de los trazos, el norte está hacia arriba, no podría ser de otra forma… y aparece el tesoro. Un tesoro que brilla y da alegría y esperanza. Que aunque no se materialice en monedas de oro del Rey, diantres, es un tesoro real, moderno: un tesoro en bitcoins.
Y me alejo por la playa, con esa sonrisa de cuando acabas el sudoku, a lo tonto se ha hecho casi la hora de comer.
¡Hola Ultramarino!
Y otra vez el dedo en lo esencial… Al final va a ser que las verdaderas alegrias y tesoros que nos llevamos son estos sudokus resueltos y estos mapas compartidos… No conozco satisfacción más grande que la que nace de un logro intangible. O por lo menos satisfacción más humilde y humana. Una satisfacción que da ganas de compartir, de ser bondadoso, de reírse un poco de nuestras comidas de coco inflacionistas. Una satisfacción que me hace creer que, en el fondo, la Humanidad tiene algo bueno y que saldremos adelante. La misma satisfacción que cuando me tomo un café en una tarde lluviosa. O cuando después de una amarga pelea conyugal se alejan las nubes y redescubro, en una tranquila soledad, quien soy.
Gracias, Ultramarino, por otra vez con tus palabras recordarme lo profundo y simple que es gozar de las sorpresas de lo cotidiano.