Mi casa tiene las ventanas grandes.
Si la comparo con otras casas. Porque si la comparo con el espacio exterior… las ventanas de mi casa son pequeñas.
Todas las ventanas, por muy grandes que sean, siempre resultan pequeñas cuando las comparas con el espacio exterior.
Pasa algo parecido con los versos, siempre son más pequeños que las realidades de las que hablan. Y cuando no ocurre, es que el poeta se ha salido o la realidad la ha pifiado.
Por muy negras que sean las nubes, nunca lo son tanto como el marco al contraluz,
Pasan cosas al otro lado. Unos días más, otros menos. Y yo intento contarlo. Unos días más y otros menos. ¿Cuántos mirones se esconderán detrás de esas ventanas? a espiar a las nubes, a las impúdicas y veloces golondrinas o a las vecinas.
Mi casa tiene las ventanas grandes.
No hay verso pequeño ni realidad insignificante.
Las cosas que pasan a uno y otro lado siempre son muchas, todo depende de las que se quieran, se puedan o se deban percibir.
Las vecinas son más impúdicas y veloces que las golondrinas.
Y te has olvidado de las estrellas, daydreamer…