Se ha levantado,
se le habia hecho tarde.
Se ha olvidado la pulsera en la mesilla.
Ha dejado un hueco en la cama. El sol iluminaba ese hueco en exceso, como el redondel del cañón en un escenario un instante antes de que salga el artista. Pero en este caso el artista había hecho mutis por el foro. He alargado la mano hasta la mesilla y he cogido algo de mi amigo Bukowski. He leído un par de poemas intensos, cargados de verdad. Y he dejado el libro vuelto con las cubiertas hacia arriba, como una casita de dibujos animados, justo en el sitio que ocupó ella.
Caliente aun,
primero por su cuerpo.
Y después por el sol.
Creo que al viejo Chinaski le habría hecho gracia.