Sí, vale, así veo yo las montañas, pero cómo me ven ellas a mí.
¿Soy quizá menos azul cuando me alejo?
¿Me ondulo sinuoso dentro de una premeditada horizontalidad?
¿Y si no me ven? ¿Y si, como pasa con los chinos, para ellas somos todos iguales?
No sé si lo podría soportar.
Y en ese instante me pongo un pellizco triste.
Pero no dejo de mirar.
Están ahí, coquetas, para que yo las observe.
Estoy aquí, porque las puedo contemplar.
No se me ocurre una declaración de amor más desgarrada.
Pero eso puede ser porque he cenado regular.
Te refieres a la del Cenando Canciones, claro, un abrazo.
Una forma muy peculiar de declararte… Un saludo y gracias por publicar la foto que te mandé. Hace ilusión.