Amigo, no estés enfadado con el mundo.
No merece la pena.
No me entiendas mal, no creo que sea inocente. pero echarle la culpa de todas tus cuitas… es un despilfarro.
El mundo, el sistema, los políticos, los bancos, los medios, las grasas saturadas, las vacunas, el azúcar, … has declarado tantas guerras… Y yo siguiéndote con la tartera (tortilla con pimientos) para que no desfallezcas.
Échanos la culpa a nosotros, empieza por los que estamos más a mano, tus amigos, la familia: sé pragmática, estamos más cerca.
El mundo no acusa recibo. No se da por aludido. No le importa que nos cisquemos en tos sus muertos. Él pasa de nosotros, tira la piedra y esconde el brazo. El mundo es cruel. Es cruel pero, por mí, que no pare, no me apetece bajarme. Yo pienso que se aprovecha de que tiene el monopolio de los mundos para hacer su santa voluntad. Ay, si aparecieran otros mundos, si se pudiera elegir mundo como se elige pantalón… se iba a enterar. Pero no aparecen, sólo tenemos este, y es cruel.
Yo sé que te tiene tan cabreada que te apetece inventarte uno alternativo, puro, orgánico, emocional, integral sólo tuyo, privado. Uno donde ganan los buenos. Y no tengo nada contra eso. Te puedes inventar tu propio mundo a medida de tus gustos o de tus manías. He visto casos de mundos privados inventados que funcionan fenomenal.
Salvo que los mundos privados, incluso los que funcionan bien, tienen algunas limitaciones.
La mayor quizá sea una limitación de aforo, pocas butacas. Valen sólo para una persona, o dos, o una pequeña secta. Además son poco resistentes a la contaminación exterior, saltan en pedazos como pompas de jabón cuando alguien opina, dice algo diferente, contrasta… Resisten mal el paso del tiempo, un mundo privado que a los 20 era la bomba a los 50 presenta goteras, desconchones, algún crujido estructural. Pero para mí, el gran inconveniente es que uno está muy solo en su mundo privado. Incluso aunque lo llenes con otros como tú, estarás de acuerdo conmigo en que es muy aburrido estar rodeado de gente que se nos parece.
Serà cochino y malapersona, pero he terminado cogiéndole cariño.
Como a ti, amigo.
Y más o menos una vez a la semana, es bueno decirlo en alto: te quiero mundo cruel.