Desde hace mucho tiempo defiendo que en los museos, al lado del nombre del cuadro, debería ponerse el precio de la obra.
Hay gente a la que no le importa en absoluto este dato, y pueden disfrutar o detestar una pintura independientemente del precio, esos obviarán el cartelito. Pero hay otros muchos que aumentarían mucho su goce si supieran cuánto cuesta lo que están viendo. Por ejemplo, quien ha elegido este titular está de acuerdo conmigo, ni el autor, ni el título, ni el formato, ni la técnica utilizada se merece las letras de molde grandes… lo más importante es el precio. Lo malo es que en el periódico de al lado donde este ha dicho 100 millones dicen 500.
Reconozcamos que es muy difícil valorar lo que estamos viendo en un museo, no estamos preparados para decir qué cuadros son los buenos y cuáles son regularcillos. Porque si unos señores muy listos los han colgado ahí, digo yo que ninguno será malo. Pero, francamente, ayudaría mucho que pusieran el precio. Así sabríamos cuánto cuesta La Rendición de Breda de Velázquez. Ya puestos, que escriban en una tabla lo que cobró Velázquez por pintarlo, en lo que lo compró el museo (de ser el caso), en lo que lo valora la aseguradora, y la última oferta que hizo un magnate ruso.
Los museos ganarían mucho público, estoy convencido.
Y lo mismo alguno, de tanto ir y abrir ojos y boca, se aficionaba al arte.
Por el morbo puede ser, pero en ningún caso el precio tiene que ver con el valor de la obra ¡qué gran error sería igualarlo!
El valor está en lo que le hace sentir a cada cual. A mi, por ejemplo me hace sentir más Rothko que Velazquez.
Lo veo más en plan exposición temporal: El Reina Sofía desvela en su nueva exposición temporal, el valor de sus obras. Ven a conocer las claves del mercado del arte, podrás votar por tu cuadro favorito para saber si la opinión del público conicide con su valor en el mercado.