La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no llega a fin de mes. Lo ha dicho en su biografía autorizada. Un libro revisado por sus colaboradores, a los que les debió parecer la mar de ingenioso que su jefa -¡pelotas!- dijera semejante lindeza cuando se mete en la buchaca 100.000 euros todos los años.
Para ella solita, claro, porque no hay que olvidar que a diario la marquesa come a costa de todos los madrileños -en su lujoso salón de la Puerta del Sol o en restaurantes de a 60 euros o más el cubierto, donde acuden babosos periodistas-, se mueve en coche oficial y si se le antoja un canapé pues se lo sirven con la excusa de amenizar cualquier acto.
Es lógico. Lo hacen todos los políticos de esa ciudad. Pero a ninguno se le ha oído decir ¡que no llega a fin de mes! Me imagino a la señora en bata y rulos cargando las bolsas del caprabo con los puerros colocados en perfecta armonía junto al cartón de Don Simón. La veo revolviendo en los saldillos de Sepu y zurciendo los tomates de sus dos pares de calcetines. La escucho diciéndole a los críos: «Pa’Reshes sha sabéi, una cosita de na’ que hay que apretarse el cinturón«.
A mi me da pena. Y buscando cómo ayudarla, encuentro esta joya de la interné:
Una cosa eso de la «buchaca» -butxaca- es catalán, no? ¿Por ahí habláis en catalán, -aparte de en la intimidad- cuando se habla de PELAS, digo de euros?
O es una especie de «panocho» madrileño.
Me ha parecido curioso.
Voy a ver lo de Espe que no debe tener desperdicio, si es que estáis como queréis hasta circo gratis. Bueno casi.