Busco.
Pero no sé qué busco.
Busco, a veces, con rigor:
minucioso, sabueso…
Pero no sé qué busco.
Busco a veces como un poseso,
como un drogadicto,
tirando al suelo el contenido de todos los cajones.
Tirándome de los pelos que no tengo.
No sé si en realidad lo he encontrado,
porque no sé qué busco.
Nunca sé que busco.
Algunos días -debe ser que me levanto
con todo encontrado- encuentro.
Lo noto porque me miro en el espejo y me gusto.
Salgo a la calle y me gusta.
Camino y no tengo la urgencia
de revolver las nubes, ni los árboles.
Esos días, es que no busco.
Otros días, de tanto buscar,
al límite ya de mi cordura,
me escondo yo, me tapo, me atrinchero.
Y, en el suelo,
con el frío de las baldosas en los riñones,
me encuentro.
Me encuentro cucaracha o bichejo similar
pero me encuentro.
Algo es algo.
Me gustan esos 3 puntos, Sinnombre. Se me antojan locuaces, ya ves, qué tontería.
…