Deseos

Estamos en esa época del año en que la Tierra atraviesa una zona del universo llena de meteoritos. Por eso estos días se produce el fenómeno llamado «lluvia de estrellas» y es fácil ver estrellas fugaces.

Estoy tumbado en mi hamaca, mirando al cielo. En Madrid no es fácil ver las estrellas, sólo se pueden distinguir las más importantes, las estrellas de las estrellas. En cambio yo me armo de una fe sólida y miro durante un buen rato. Antes he elaborado una buena lista de deseos.

Como no se puede mirar al cielo entero elijo un trozo. No muy alto en el horizonte. Entre las dos parras. Al cabo de un rato veo la primera. Le pido trabajo, salud, dinero y amor. Sí, ya lo sé, no es poco, pero es que en la primera no soy muy concreto porque no sabe uno si va a ver alguna más. A medida que vengan otras -si es que vienen- iré concretando.

Al poco rato llega la segunda. Le pido una sartén antiadherente nueva, la que tengo está bastante desconchada y se pegan los huevos fritos. No hay nada que me fastidie tanto como que se me peguen los huevos fritos. Además es un deseo modesto – soy consciente- y por ello, dado que algunas estrellas fugaces son bastante roñosas, más factible.

La tercera. Vaya, qué buena suerte: he elegido bien la zona donde mirar. Le pido una buena novia que se haga cargo de mis desajustes perceptivos y mis montañas rusas emocionales y que me quiera como se quiere a un director de oficina bancaria: a plazo fijo y con interés creciente.

La cuarta. ¡Ésta es mi noche! Buena fortuna para mis amigos.

La quinta. Que no se me seque la glicinia, que este año está muy bonita.

La sexta. Paz en el mundo. Aquí, a lo mejor me estoy pasando. Alterno deseos fáciles y difíciles para que las estrellas fugaces no se me agobien. Y también porque no tengo claro qué criterios siguen las estrellas fugaces a la hora de decidir si conceden un deseo u otro. Tampoco sé si tienen preferencia los deseos en el ámbito municipal, autonómico, estatal o mundial.

Después la séptima. No me acuerdo qué le he pedido. Ah, ya; mejor memoria.

En la octava noto como una trayectoria curva. En la novena se confirma, la trayectoria es curva. Yo no soy un ecperto en estrellas fugaces, más vien un aficionado, pero siempre había pensado que las trayectorias eran escrupulosamente rectas.

La décima hace la figura de un ocho y salto de la hamaca sorprendido y admirado: o se me está yendo la pinza o soy testigo de un espectáculo astronómico sin parangón que mañana será portada el todos los periódicos.

Tras mirar un minuto me doy cuenta que un haz de luz proveniente de la cocina atraviesa la terraza justo por donde yo estaba mirando y que un mosquito está dando vueltas. Cuando atraviesa el haz se ve blanco y cuando sale de él es invisible.

He estado pidiéndole deseos a un mosquito. No es que desconfíe de él, pero me siento un poco frustrado. Aunque a decir verdad, no se ha demostrado científicamente que los mosquitos no concedan deseos.

Me levanto y bajo a contároslo.

3 comentarios sobre “Deseos

  1. pues yo no pido deseos a nadie, no sea que en vez de un mosquito sea un angel y lo que pidas al final te resulte verdad.. y es que se me pasan cada cosa por la cabeza…
    Este xnem, siempre haciendo peña!
    contento señorito?
    y me reido un rato, espero que asi ya me hayan bajado las sardinas.

    Saludos compadres

  2. Yo creo que si, que se te va la pinza. pero a mi me encanta.
    La noche del viernes al sábado es la noche de San Lorenzo, -si había una peli italiana de ese título con señor «ripieno» de lanzas clavadas.
    Nada que te hagas una nueva lista y continúas la tarea.

    kyaoyohi (grito de fung fu?)

  3. Me vas a perdonar que me salga por la tangente, pero es que simpre visito tu calendario lunar estos días, en el mío no aprarece la llena del mes. Muchas gracias.
    ah! y buena luna. Luego te leo.

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